Historia de Santiago del Estero

Por Guillermo Adolfo Abregú

Breve reseña histórica de la provincia de Santiago del Estero, nominada "Madre de Ciudades" por ser la más antigua de la Argentina. Fragmentos de la obra publicada con forma de libro por la Municipalidad de la Capital de Santiago el Estero en 2003, con motivo de celebrarse su 450 aniversario.

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Ubicación: Internacional, Santiago del Estero, Argentina

lunes, julio 25, 2005

Entre Prado y Aguirre

Era el mes de julio de 1552. La marcha había sido agotadora, luego de tres años de duras jornadas desde que partieran un 8 de octubre de 1549 de Potosí. El hecho de enclavar allí el rollo de la justicia, pregonando la fundación de la ciudad, el nombre de sus regidores y las recomendaciones a cumplir, sin duda era un importante acontecimiento esperado. Pero, seguramente, la magnitud de la trascendencia histórica que llegaría a tener, no era ni remotamente imaginada en ese instante de la aventura de la conquista del Tucumán, en que Núñez de Prado y su caravana se detenían en medio de la selva virgen, abrumados por la soledad y el misterio de su inmensidad y espesura, metidos en la oquedad inquietante de lo desconocido, y en la profundidad de un silencio sólo roto por el tenue murmullo de un río y los discontinuos sonidos de algunas aves de su entorno silvestre.
Las primeras semanas, parecía un vivac de campaña, mientras se construían pocas y pequeñas casas de adobe que rodeaban el sitio delimitado como plaza (en rigor, un cuadrángulo de campo raso), el que sólo contaba con la sombra de algunos algarrobos.
Así, la aldea con título y cometido de ciudad capital del Tucumán, comenzaba a asentarse frente a un río manso, pero de infalibles crecientes que la obligarían a retroceder un poco en más de una oportunidad, para evitar que las aguas la destruyesen.
Al poco tiempo, ya se destacaba el modesto cabildo que también era de adobe, con techo de paja y tierra apisonada que se extendía a un costado hasta formar una rústica galería con soportes de quebracho.
Un fuerte con maderas y palos informes que albergaba a la soldadesca española, y una “iglesita” (una ermita que al comienzo fuera de enramada) a la que concurrían todas las tardes los vecinos, se levantaban a poca distancia de una tupida vegetación que se mostraba de fondo a la naciente ciudad, que cobijaba los sueños y esperanzas de sus primeros pobladores.
Aunque no se pueda hablar de delimitaciones ni manzaneos documentados, puede inferirse que entre las primeras disposiciones se distribuyeron los dominios para solares y chacras. Así se hacía en aquella época y a partir de ello se producía y se pagaban tributos a la corona.
Testigos que allí estuvieron permiten significar que al nuevo asentamiento le precedía una concepción ya formada de ciudad, tal la referencia de don Díaz Caballero sobre la segunda ciudad del Barco: “Prado mudó la ciudad... y la puso como él la tenía antes”. Por otra parte, su fundador venía de ser alcalde de minas de la Villa Imperial de Potosí, habiendo tenido a su cargo la medición y reparto de posesiones, como injerencia en el diseño y ubicación de calles y solares, cuando principiaba en la ciudad del metalífero cerro, la construcción de los templos de San Francisco, Santa Bárbara y San Lorenzo, allá por 1548.
Al paso de unos meses, las huertas contaban con diversos cultivos, higueras y parrales. Más atrás, se abrían irregulares hoyos para mayores labranzas, hechos con “palos puntiagudos” pues aún no se empleaba el arado tirado por bueyes, y despuntaban los trigales con sus cristalinas espigas meciéndose en la monotonía de esos días. Y sin mayores demoras, con la ayuda de los aborígenes que eran diestros en crear sistemas de irrigación, comenzaron a cavarse las primeras acequias para llevar agua del río a los sembradíos.
De ese modo comenzó a formarse la ciudad de Núñez de Prado, hasta la llegada desde Chile del capitán Francisco de Aguirre, que en febrero de 1553, en ausencia de aquél, irrumpió ante los cabildantes proclamándose teniente de gobernador por mandato de Pedro de Valdivia.
La historia que siguió es la que aún hoy se discute. No obstante el dictamen de la Academia Nacional de la Historia a favor de Aguirre, ciertas preguntas siguen latentes: ¿La fecha fundacional de la capital santiagueña, debe ser la que corresponde a la ciudad del Barco, o a la mudanza o fundación efectuada por Aguirre el 25 de julio de 1553 (de acuerdo a lo que se desprende de actas capitulares), llamando al nuevo asentamiento Santiago del Estero? ¿Ó 23, ó 24 de diciembre de ese mismo año, como también llegó a sostenerse, a partir de una probanza que da cuenta que Aguirre partió a Chile el 23 de marzo de 1554, “a dos o tres meses de haber poblado la ciudad”?
Nuestro propósito no es detenernos en esto, sino aproximarnos a lo que fue una y otra ciudad que, en definitiva, se encontraban en un mismo ámbito geográfico y circunstancial.
Aunque se habló de “mudanza”, la ciudad de Aguirre tuvo nueva entidad jurídica, nuevas autoridades, nuevas construcciones y, obviamente, nuevo sitio. Los testimonios más verosímiles, aseguran que estuvo enclavada en el corazón del Parque Aguirre, extendiéndose hacia el río Dulce, más allá de la actual avenida costanera, y recostándose hacia el oeste sobre la prolongación de la calle Urquiza.

 Julio Carreras
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